Foto tomada de la red
Me invitó insistente a compartir la tarde con ella, diciéndome que lo pasaríamos
estupendamente; me enseñaría cosas que jamás
podría imaginar; que me indicaría cómo
levantar las sayas para descubrir el dorado y rubio fruto, que podríamos estar a gusto sin que nadie nos molestara.
El panorama se presentaba
envidiable; sus palabras prometían
una tarde bucólica , máxime teniendo en cuenta su belleza y las dotes que le había proporcionado la Naturaleza.
Así que la seguí;
ella me llevó al maizal; anduvimos por las calles
entre liños de cañas del cereal de las que pendían sus mazorcas amarillas entre la farfolla, cuyas blancas
hojas, ella las llamaba “sayas”; las remangaba y me mostraba el hermoso fruto “dorado y rubio”.
Verdaderamente cumplió su palabra: vimos el rubio fruto y nadie nos molestó.
Yo la veía disfrutar haciéndome
cómplice en la contemplación de las mazorcas, llenas, jugosas, en su sazón. Creo que conocía cada una de ellas, pues las había cuidado desde el momento mismo de echar los granos en los
surcos. Era su obra, su logro. Se sentía orgullosa.
¿Te
gusta lo que ves?, me preguntaba,. ¡Ah
sí, sí, mucho! Por complacerla. Pues aún te falta lo mejor, vas a probar algo que te va a dejar….¡Uf!
¡Ya verás, cuando lo cojas calentito y huelas ese olor especial que
tiene lo que te he reservado!
¡A
ver por dónde sale ahora! Reflexionaba para mi
mismo. Cualquier cosa es posible.
En medio del sembrado, en un claro, había una especie de cabaña: me hizo entrar; cerró la puerta, por los bichos, comentó.. Encendió
una candela y me dijo: ¡siéntate en ese camastro, ahora verás! Echó
algo al fuego que no vi. lo que era; se sentó a mi lado, charlando sin parar; al rato me entrega una
mazorca asada, caliente, ardiendo y me invitó a morderla, después
lo hizo ella.
Así
compartimos el rubio, dorado, caliente y oloroso fruto… del maíz.
Creado el 23/03/2007
Autor-propietario:
José Teodoro Pérez
Una prosa con un puntito de picardía que atrapa al lector con una sonrisa, y más aun una vez se llega al final de la historia donde descubrimos ese placer intensamente dorado y ardiente.
ResponderEliminarMe gustó!!!!
Esta historia tiene ya más de seis años. El objetivo al componerla era poner de manifiesto la atracción entre una joven labriega y un urbanita que conocía poco de la vida rural. Al final quedó en esta especie de broma jugando con el lenguaje que ella usaba con la mayor naturalidad mientras que él se montó una película bien distinta.
ResponderEliminarGracias por haber captado la idea, FG.
Un placer verte por mis entradas y por tus valiosos comentarios.
Encantado:
JT.