martes, 25 de octubre de 2011

El Mediterráneo

EL MEDITERRÁNEO

Redacción
Versión original

            Mediterráneo, mar conocido desde la Antigüedad. Teatro de la cultura, vía de cruceros y tesoro de riquezas que allá en remotos tiempos, fueron desarrollo de una vida de trabajo. Campo de batalla de pueblos que pugnaban por atribuirse el derecho a la jurisdicción de tus aguas. Barco de infatigables marinos, hijos de las tierras vecinas tuyas y que tú has acariciado con la suave mano de tus olas. Arrullo con el que se durmió en su cuna Melkart (Hércules tirio), antes de su llegada a Gades. Padre de los fenicios, aquellos valerosos hombres de barba crecida y cortas ropas que manejaban el timón como David tocaba la lira y que fueron enseñanza para unos discípulos de aventajada inteligencia, los griegos, que después se erigirían como verdaderos rabinos en todas las artes del saber, a quienes tanto debemos los españoles porque ellos nos legaron su ciencia, a través de los romanos, y estos nos las enseñaron a nosotros, los iberos.
            Ruta por la que caminaron los hebreos cuando vinieron a Tatessos y Gades, por llevar a su rey Salomón, el oro de la Ispania, del cual se valiera para construir el Gran Templo. Jardín donde se encuentran playas de inmenso colorido que dan al visitante sensación de rosa en rosal.
            En el seno de tu extensión se encuentran islas de belleza sin igual, que sonríen a las costas y a las rocas humedecidas y halagadas con tus azules lágrimas, y a las que parecen pedir, en el crepúsculo vespertino, una paz sincera, cuando tú duermes hasta la aurora próxima, en que saludarás a unas y otras con vuelo de gaviotas y sirenas de barcos que se repliegan a sus cotidianos quehaceres.
           ¡Gran Mediterráneo! Que por tu gigantesca extensión, entre los mediterráneos, todos reconocieron tu hegemonía y, acordaron en adjudicarte el nombre por el que se te conoce y, al cual tú haces honor.
Mis pobre palabras muy poco son para ensalzar tus virtudes, pero yo como hijo de la madre España, de la cual tú eres padre y Grecia, madre, te saludo con estas líneas que no son más que los buenos días de una larga jornada.
Carmona, Enero de 1967 
Autor-propietario
 José Teodoro Pérez Gómez
PSM; 25.10.2011