Imagen tomada de internet
Las
relaciones humanas son muy complejas. Las personas en todas las etapas de sus
vidas establecen contactos de la más diversa índole
según el lugar y la situación
en que se encuentren en cada momento. Así
puede hablarse del ambiente familiar nuclear y del más
amplio de los demás familiares; del ambiente escolar en
sus distintas etapas; el de los compañeros en el lugar de trabajo, o del
club, o del gimnasio, o de la tertulia, etc., a lo que hay
que añadir un grupo mas o menos reducido de amistades cercanas.
Pero
es en el campo del amor donde las atracciones
llegan a tener una fuerza particular. Llegados a una edad, solemos elegir
pareja con la noble intención de compartir con ella el resto de la
vida ante un proyecto común para formar una familia y
compartir inquietudes tratando de tener el menor número
posible de diferencias dando respuesta
adecuada a la educación de los hijos, a las aficiones,
disfrute del ocio, y encauzando la vida sexual de una
forma particular y exclusiva.
Sin
embargo, estas últimas buenas intenciones, no siempre
salen adelante por varias razones: falta de entendimiento, la no disposición
a hacer renuncias a favor de la pareja o algo relativamente
frecuente: la aparición de una tercera persona en escena que
acaba por romper la pareja, lo cual aunque de algún
modo beneficie a uno de los componentes, siempre trae problemas para los hijos
y sensación de fracaso para el otro, además
de, seguramente también dificultades económicas.
Existe
otra modalidad, en la que a tercera persona se convierte en la figura del/la amante,
con papel clandestino que, aunque es un elemento que causa infidelidad en la
pareja, no la destruye aunque los implicados tengan que estar siempre ojo
avizor para no ser descubiertos, porque ello supondría
una catástrofe en la pareja. Aunque también
se dan casos de permisividad solapada o tácita
por parte del/la ofendido/a, sobre todo en la mujer y particularmente por
razones económicas que le llevan a aceptar una
situación infumable.
Pero
hay otro supuesto más, en el tipo de conexiones entre
personas comprometidas como parejas. Es el de la atracción
de dos personas de parejas distintas que mantienen una relación
cercana pero sin contacto físico que se relacionan virtualmente
gracias a los nuevos medios de comunicación
porque de otro modo no pueden hacerlo. Es
una situación, ya hoy frecuente, pero no por ello
deja de ser atípica, aunque en cierta forma tiene su
propia esencia y el valor, la intensidad y la calidad que los interesados
quieran darle.
Es
una situación romántica
más que nada, donde los implicados solo pretenden una
comunicación sui generis, sin compromiso y a pesar
de ello no exenta de cierto matiz sensual con componente erótico,
sin dar un paso definitivo quizá por las ataduras personales y por
temor a dar un paso más que a ninguno de los dos posiblemente
convenga.
Con
la aparición de las nuevas tecnologías
para la comunicación
se ha puesto a mano la posibilidad de intercambio de ideas de todo tipo, entre ellas las
relacionadas con las atracciones personales; tanto es así
que muchas personas se han visto y siguen viéndose
en supuestos en los que han tenido que tomar una decisión
que casi siempre termina rompiendo su compromiso con la persona con quien
comparte la vida para lanzarse a una aventura, en gran parte desconocida, cuyo
final no siempre responde a las
perspectivas vislumbradas a través de los nuevos medios, lo cual,
demuestra cómo el ser humano se muestra un tanto
irresponsable en muchas de sus actuaciones por no prever consecuencias impensables que terminan
ocasionándole grandes frustraciones.
Creada el 09.02.2014
Autor-propietario:
José Teodoro Pérez Gómez