sábado, 21 de septiembre de 2013

Relaciones atípicas


     
Foto de la red

              En las relaciones de pareja, lo mas frecuente es que las edades de los componentes sean muy similares o que se diferencien en pocos años, habitualmente suele ser el varón algo mayor, sin que ello sea una regla inmutable, sino que tradicionalmente ha sido así.
Sin embargo el emparejamiento entre una chica joven y un hombre maduro no es un caso infrecuente en las formas de convivencia humana. Se da en un porcentaje digno de reseñarse y muchas veces funciona bien porque es una situación consentida por ambas partes  que no le dan mayor importancia a la diferencia entre sus edades. También se da el caso contrario , pero menos; no es lo más común que la mujer sea la mayor.
            Si la relación está basada en el amor tiene, en principio, una buena base para ser duradera. No obstante no es una situación que pueda considerarse normal porque lo habitual es que la chica, de entrada  pueda sentirse encantada porque se ve protegida, a la par que  ampliamente atendida, mimada…, manifestaciones que tienen mucho atractivo. Paralelamente él aún se encuentra en plena  fuerza vital, con lo cual todo funciona bien. El problema puede surgir cuando el tiempo, inexorable, que aunque vaya pasando a la vez para los dos indudablemente,  deje en él los efectos evidentes de su edad avanzada mientras ella aún se encuentra en plena vitalidad  sin que pueda recibir en el campo de la intimidad, por cuestiones obvias, las atenciones que su edad y plenitud  física demandan.
            Esta es la cuestión, por lo cual, muchas de tales relaciones terminan rotas, como popularmente se preveía, caídas por su propio peso o por consensuado acuerdo de la pareja en algún momento de su convivencia,  en cuyo caso solo la comprensión, el cariño y el agradecimiento pueden hacer posible, una amistad posterior sincera y digna ante la imposibilidad de la correspondencia, por parte de él a las demandas que la lozanía de ella reclama, consiguiendo que no se malogre del todo una historia interesante que cambia la atracción física y la expectativa de una mayor cohabitación  por una amistad auténtica y agradecida por ambas partes.
            No obstante no todos los casos donde la diferencia de edades es mayor de lo que puede considerarse como normal, terminan en ruptura  porque ella acepta la evolución natural de él sin exigirle nada más que lo que le pueda aportar siendo el afecto la clave de la convivencia. Aquí tiene que ver mucho también la creencia de la pareja, sobre todo de ella, la fe que fortalece como un compromiso ineludible la aceptación del hecho acatándolo como un lazo indisoluble que está por encima de la atracción física y el apetito propio de cualquier relación entre los miembros del dúo porque, a su entender, los valores éticos están  por encima de cualquier otra consideración.
            Son muchas las parejas que bien por la edad avanzada de ambos, o de uno de ellos, o por impedimento de alguno de los dos o sencillamente por acuerdo mutuo, prescinden  de la práctica sexual y, sin embargo la relación sigue adelante a pesar de la renuncia a tan importante actividad.
            En otros momentos podría decirse que aceptar situaciones así era una mera cuestión social impuesta por culturas trasnochadas que no admitían posibles separaciones y menos si se trataba de divorcios. Bastantes de estos casos conducían  casi obligatoriamente a la infidelidad, más si el impedimento procedía de parte de la mujer. Hoy también pero ya la prerrogativa de "ser infiel"  no es patrimonio exclusivo del hombre.
            Solo la coincidencia de opiniones por aceptar los hechos como van sucediendo asumiendo  los impedimentos como algo "de la pareja"  y no de uno de los cónyuges (cualquiera que se el vínculo que les una) puede hacer que siga adelante. Lo cual representaría una prueba evidente de afecto, de amor, algo sustancial, respetable y admirable.
Creado el 05.08.2013
Autor-propietario:
José Teodoro Pérez