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Si la relación está basada en el
amor tiene, en principio, una buena base para ser duradera. No obstante no es
una situación que pueda considerarse normal porque lo habitual es que la chica,
de entrada pueda sentirse encantada
porque se ve protegida, a la par que
ampliamente atendida, mimada…, manifestaciones que tienen mucho
atractivo. Paralelamente él aún se encuentra en plena fuerza vital, con lo cual todo funciona bien.
El problema puede surgir cuando el tiempo, inexorable, que aunque vaya pasando
a la vez para los dos indudablemente,
deje en él los efectos evidentes de su edad avanzada mientras ella aún
se encuentra en plena vitalidad sin que
pueda recibir en el campo de la intimidad, por cuestiones obvias, las
atenciones que su edad y plenitud física
demandan.
Esta es la cuestión, por lo cual,
muchas de tales relaciones terminan rotas, como popularmente se preveía, caídas
por su propio peso o por consensuado acuerdo de la pareja en algún momento de
su convivencia, en cuyo caso solo la
comprensión, el cariño y el agradecimiento pueden hacer posible, una amistad
posterior sincera y digna ante la imposibilidad de la correspondencia, por
parte de él a las demandas que la lozanía de ella reclama, consiguiendo que no
se malogre del todo una historia interesante que cambia la atracción física y
la expectativa de una mayor cohabitación
por una amistad auténtica y agradecida por ambas partes.
No obstante no todos los casos donde
la diferencia de edades es mayor de lo que puede considerarse como normal,
terminan en ruptura porque ella acepta
la evolución natural de él sin exigirle nada más que lo que le pueda aportar
siendo el afecto la clave de la convivencia. Aquí tiene que ver mucho también
la creencia de la pareja, sobre todo de ella, la fe que fortalece como un
compromiso ineludible la aceptación del hecho acatándolo como un lazo
indisoluble que está por encima de la atracción física y el apetito propio de
cualquier relación entre los miembros del dúo porque, a su entender, los
valores éticos están por encima de
cualquier otra consideración.
Son muchas las parejas que bien por
la edad avanzada de ambos, o de uno de ellos, o por impedimento de alguno de
los dos o sencillamente por acuerdo mutuo, prescinden de la práctica sexual y, sin embargo la
relación sigue adelante a pesar de la renuncia a tan importante actividad.
En otros momentos podría decirse que
aceptar situaciones así era una mera cuestión social impuesta por culturas
trasnochadas que no admitían posibles separaciones y menos si se trataba de
divorcios. Bastantes de estos casos conducían
casi obligatoriamente a la infidelidad, más si el impedimento procedía de
parte de la mujer. Hoy también pero ya la prerrogativa de "ser
infiel" no es patrimonio exclusivo
del hombre.
Solo la coincidencia de opiniones
por aceptar los hechos como van sucediendo asumiendo los impedimentos como algo
"de la pareja" y no de uno de
los cónyuges (cualquiera que se el vínculo que les una) puede hacer que siga
adelante. Lo cual representaría una prueba evidente de afecto, de amor, algo
sustancial, respetable y admirable.
Creado el 05.08.2013
Autor-propietario:
José Teodoro Pérez