viernes, 7 de junio de 2013

Azules de mar y cielo




Imagen tomada de internet

            Vengo a tu encuentro ilusionado; después de un tiempo se me han alertado las teclas aletargadas del afecto con un ímpetu desconocido que me llena de entusiasmo pero no me priva del temor del rechazo  a la influencia indirecta de una potencial indiferencia.
            Un amor desventurado me ha tenido apartado más tiempo del conveniente del disfrute de la vida en compañía de una mujer querida por prevención a un nuevo fracaso.
            Encontrarme contigo es una promesa que espero que para ti también lo sea y que a ambos nos haga olvidar las experiencias frustrantes de las que hemos sido víctimas.
            Acumulo una carga de resabios lamentable, pero después de varios intentos por entablar nuevas relaciones, todas fallidas, quizá por desidia  mía o porque cada realidad me resultaba poco atractiva por verla vacilante o con poca solidez.
            Este contacto inicial que hemos establecido cierra un paréntesis de nuestra vidas y da continuidad a nuestra amistad  suspendida en los interregnos en que nos hemos visto embarcados desde que formalizamos nuestras particulares relaciones con personas que no nos hicieron felices y, posiblemente nosotros a ellas tampoco. Ahora en nuestra plena madurez sigues mostrando tus potencias en grado envidiable. Tu sonrisa es tan atractiva y tus ojos tan brillantes que me resultas tan arrebatadora como lo eras antes.
            Sabes que siempre me has gustado y que estuvimos a punto de dar un paso trascendente cuando te di a entender mis sentimientos después de la larga y estrecha amistad que mantuvimos. Tú  no terminabas de decidirte y yo pasé por determinadas dificultades que nos alejaron un poco. Cuando quise darme cuenta, vi claramente que te había perdido porque le prestaste oídos a aquel común amigo que rivalizaba conmigo pero que no te merecía, mas fue tan insistente que terminaste escuchándolo y ¡mira el resultado! Tuviste que dejarlo por soso y egoísta.
            Yo, contrariado por tu elección cometí el error de equivocarme  fijándome en quien me dio facilidades, unidas a un físico monumental, no voy a negarlo. Resultó que ella estaba enamorada de sí misma,  por lo que pasada la euforia de los primeros momentos, yo pintaba muy poco en el lienzo de sus prioridades; en el baremo de sus preferencias ella ocupaba el único lugar de esa escala, por lo que quedé prácticamente apartado de su vida como un monigote movido por los hilos de sus caprichos.  Por lo que, atendiendo a sus deseos, a las primeras de cambio cogí una maleta y me marché abandonándolo todo sin mirar para atrás siquiera. Dejé propiedades, derechos y dedicación, pero todo lo di por bien empleado, fue el precio que pagué para recuperar mi libertad que tanto añoré.
            He vivido un tiempo en soledad tratando de encontrar una compañera que respondiera a mis expectativas; fue cuando supe de tu situación y, eso me dio cierta esperanza
            Poder conectar contigo y recuperar viejas aspiraciones era para mí muy tentador. Ese es el motivo por el que no he mostrado ningún pudor, sí respeto,  en romper todas las barreras tratando de salvar todas las distancias y ofrecerte mis sentimientos más nobles y sinceros.
            Si quieres, aunque no podamos recuperar todo el tiempo perdido, te prometo estar a tu lado entregado, dándote todo mi cariño; tú podrás comprobar cuán sinceras son mis palabras y cuánto amor guardo en mi pecho para ti.
            Haremos que nuestro futuro sea denso en emociones y nos lleve a convivir enamorados, bien complementados porque tú eres:
Mi ilusión recuperada,
mi amor de juventud,
mi sueño realizado,
el foco que me da luz,
mi realidad cercana,
la puerta entreabierta
que me invita a traspasarla
hasta llegar a tu sala
para darme tu palabra.

            No podemos perder el tiempo, miraremos nuestras atracciones, dejaremos de andar por caminos paralelos para converger los nuestros para llevar el mismo sendero que se abre hacia un horizonte nuevo de líneas suaves, donde se unen los azules de nuestro mar y nuestro cielo, donde al crepúsculo postrero el Sol pinta de arreboles el limpio espacio etéreo del color de nuestros sueños que veremos de la mano todas las tardes cuando el Sol se esté poniendo, resistiéndose a marcharse envidiando nuestros besos.

Creada el 08.04.2010
José Teodoro Pérez, autor-propietario.-