Era
muy tarde. Al menos era muy tarde para mí. Las dos de la mañana
no es una hora en la que me encuentre recorriendo las callejuelas de la ciudad
donde un olor agrio y un suelo pegajoso daban una sensación de abandono, miseria y marginación.
Me
había embarcado en una aventura
insospechada. No tenía
hábito de “ir de copas”
con “amistades nuevas pero conocidas”. Por razones varias que no vienen al caso tuve que
relacionarme con dos individuos con los que no había tenido contacto alguno anteriormente. Ellos eran
cordiales, atentos y me invitaron a una fiesta de chicas y alcohol. El local
era un tugurio perdido en lo más
recóndito de un barrio escondido con calles
estrechas y luces mortecinas donde los gatos abandonados y perros, más las ratas “a
piaras” campaban por sus respetos entre las
basuras desparramadas por un pavimento lleno de charcos y socavones de algunas
de cuyas tétricas casas surgían ruidos de risas de ultratumba, voces amenazantes y olor a
orín y potas desagradables.
Me
llevaron dentro; tras pasar una cortina de cadenas atravesamos el parquet de
una sala iluminada por luces rojas y azules. Nos acercamos a una larga barra en
la que unas chicas en topless fumando algo que no era tabaco, servían las copas, se metían el dedo índice
en la boca, se lo chupaban y luego lo introducían en el vaso antes de servirlo al cliente. Una de ellas,
morena de gruesos labios con voz aguardientosa me espetó: ¿Qué quieres, viejo?
Ponme un güisqui.
¿De cuál
lo quieres?
Me da igual, le dije.
Cogió una botella de una repisa de vidrio, llenó una enorme copa de balón con hielo y me puso una chispa de licor.
Pon un poco más, le indiqué
¿Sabes? ¿Traes
dinero?
¿Por qué?
Le pregunté
Pues la bebida son 100 €, aparte lo que quieras, así te costará
¡Ah, no! Intenté
decirle a mis acompañantes
que habían desaparecido.
¿Y Fulano y Mengano, los que venían conmigo?
¿Contigo?
Yo te he visto entrar solo, dijo la
moza
Chasqueó los dedos; al momento aparecieron dos enormes matones que
me cogieron por las axilas levantándome
en vilo, diciendo uno de ellos con acento oriental.” ¡Paga!
¡Vale!, le respondí.
saqué mi billetera pero solo llevaba 50 €. Traté
de explicar que no me esperaba nada de aquello. Cogieron el dinero, me
abofetearon con la cartera mientras la individua de la barra se reía sarcásticamente
tomándose mi copa.
Cuando
quise darme cuenta estaba dando con mi barriga en el suelo y un asqueroso cubo
de agua de fregar el suelo fue arrojado sobre mi espalda y unas risas robóticas calladas por un fuerte portazo dañaban mis oídos.
Me
levanté y me encaminé no sé
hacia donde. No pude preguntar para orientarme porque no me encontraba a nadie
por la calle, salvo algunas furcias deplorables y algunos drogadictos
totalmente ausentes.
Deambulando
asqueado, impotente, desesperado logré
reconocer la calle por la que llegamos. La tomé en sentido contrario, a pie, pues no llevaba coche; vine
con ellos. Así anduve no menos de dos horas, hasta
llegar a mi casa, casi a las seis de la mañana. Cogí
la ropa, la metí
en una bolsa de basura, para desconectar totalmente de la experiencia. Me duché dos veces, me puse el pijama, sentándome en el butacón,
a oscuras, con los pies en un escabel con la intención de dar una cabezada. No dormí, a la hora habitual, me fui a mi trabajo.
A aquellos dos amables sujetos, no
volví a verlos. Mis escapadas nocturnas, en
busca de lo desconocido, habían
tenido una respuesta suficientemente expresiva. Tanto que no tuve necesidad de
intentarlo de nuevo.
Fui
más prudente y refrenado en lo sucesivo.
Creada el 18.06.2007
José Teodoro pérez Gómez
Autor-propietario
Realmente una mala experiencia, aunque bien mirado sería una noche para no olvidar jamás... Por nefasta evidentemente.
ResponderEliminarSi ya se sabe, quien mal anda mal acaba ¡pobre tipo!
Genial tu forma de narrar, me gustó!!!
Es verdad, hay que tener cuidado con las compañías que se frecuentan. Esto nos da pie para pensar en un guión para un largometraje que narre un día de los bajos fondos.
ResponderEliminarCon mis mejores deseos para ti:
JT.
José María, te doy la bienvenida por tu paseo por mi blog. Espero devolverte la visita en breve.
ResponderEliminarObrigado.
REALMENTE UNA SALIDA BASTANTE EQUIVOCA DONDE NADA BUENO TE PASO, COMO PARA TENER VOLUNTAD DE VOLVER A INTENTARLO ME GUSTO LEERTE LA NANITA TE QUIERE HERMANITO BENDICIONES.
ResponderEliminarHola Nana. Gracias por acercarte por aquí.
ResponderEliminarEspero que al protagonista, la experiencia le haya quitado las ganas de mas aventuras.
Un abrazo.